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Con qué herramienta mirar el mundo
para ajustar sus mecanismos de giro y confusión.

Tocar delicadamente los vientos que arrastran corazones,
corazones dejados en un inalcanzable límite;
cambiar su dirección hacia un norte más próximo
a las cosas, al beso instante,

bajo la mirada del tiempo.


Qué fuerza del pensamiento puede dar a las palabras
vitalidad de océano. Un continuo movimiento
masaje a la vida.

Concentrar las ideas, que otra luna
se encargue de las mareas cuando sea momento,
que otros vientos soplen altas olas de penacho blanco
hasta la orilla donde juegan los niños,
sin asomo de duda, desnudos y dispuestos.

Qué destino asombrar con metas blancas
e ingenuas, sin manchas de tiempos pasados.
Qué sombra con qué sol para los tiempos venideros.

Pasos naturales. Rutas distintas, como nuevos
ríos que se abren camino.